No puedo detenerme, ya es tarde. El pensamiento se hizo
palabra hablada. Jack, me miró con ansias. Tal vez, codicia la impronta de mi
carácter. A orillas de la mar los pájaros hacen sus libres vuelos, él, mi
compañero de picada, es amo de su mente; sin embargo se nutre de frío y
tinieblas. Es inexorable su aparición, yo lo sé. Le teme al estribillo de los
fuertes. No cualquiera asume el desafío de lo indómito. Es más fácil la tregua
de quien nunca estuvo en guerra -pienso- mientras dibujo un cielo límpido. Tras
el aire, las nubes se empeñan en caer a tierra. Huele el paisaje a tierra
mojada, y todos los emisarios se convierten en lluvia. Es necesario abrazar las
pupilas de una buena historia para subirse a su lagrimal y vibrar salado. Se
acerca Jack, la lentitud con que lo hace habla bien de la consecución del
relato. Es necesario destripar el miedo para escribir sin red.
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