CRISTALES ROTOS
El sauce
tirita
de ausencia.
Ya no hay pájaros
ni signos,
sólo una daga
de frío
clavada
en el costal
de su entereza.
Hasta el suace
alguna vez
sufrió
los embates
del cielo
Y esta insensatez
de contemplar
los cristales
rotos
de sus venas.
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