Buena parte de la vida está hecha de reflejos; nos
reflejamos en otros cielos, otras voces, dioses o héroes, néctares que
pretenden endulzar tristezas, oxígenos de otras bocas, melodías que nos contienen,
ideas, proyectos, formas de ver el mundo y las respuestas. Nos reflejamos en
los padres, en los hijos, en los nietos, en los hermanos, en los amigos, en el amor y su cadencia. Y esta sensación de
estar suspendida entre letras como paloma de pupilas añejas, reflejándome en el
fuego inmortal de todo aquello que inclina su balanza en favor de mundos nuevos,
me recuerda que los soñadores reflejan en sus pasos sus sueños…
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