Stephen Jirg poseía una gran fortuna. Figuraba en la lista
de los diez hombres más poderosos de la Tierra, pero no le bastaba para colmar
su ambición.
Una noche de oscura
clarividencia compró todos los satélites de comunicaciones existentes. Sus
adversarios hacían otro tipo de negocios más riesgosos que dejaban suculentos
dividendos. Sin embargo, el Sr Jirg pensó que para matar otras ideas no es
necesario más que propagar, como el viento perseverante, una mediocre idea. Así
fue como Stephen logró ser el hombre más rico del planeta…
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