El paisaje, en la aridez de su brazo, es veleta
del polvo en novel ruta. Todo se
ensombrece bajo el manto celeste. La natura grita su sequía de tierra añeja.
Deviene el instante en tormenta de arena cual si fuese la pestaña de la lluvia
cayendo en jirones secos. Nada es posible cuando la naturaleza no quiere. Somos
títeres de las nubes, de la tierra, del
agua, del firmamento y enésimos etcéteras y sin embargo también somos viejos
caminantes de la soberbia.
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