Nunca me había pasado antes, pero esta noche sentí deseos
de subir a mi azotea, sentarme y atisbar el cielo estrellado. Me dije que las
posibilidades de ver un OVNI eran casi nulas; no obstante, seguí mirando
durante una hora, dos horas, y allí apareció: era una especie de pájaro
pequeño, luminoso y bello. Venía hacía mí con rapidez. Me preocupé, quizá el
ave acabaría conmigo porque cometí el grave error de verlo sin sentir miedo.
Aleteó sobre el tejado de la casa lindera, se posó a metros de mí; apuntó con
su luz hacia mis retinas. No supe cuánto tiempo duró todo esto. Cuando quise
reaccionar, el ave se introdujo por mi boca, revoloteó por mi paladar,
cosquilleante. Me embargó un suave sopor. En cuanto desperté del letargo, corrí
hacia el espejo del baño. Mis ojos brillan como dos soles, pero mi boca se
niega a hablar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario