—Dame un inicio —dijo Gregorio señalando con
el dedo a Juliana.
—No tengo —respondió ella—. Tengo un final. ¿Te sirve?
—¿Usar un final como principio? —Gregorio se rascó la oreja, la barba y luego la nariz. Era como si rascarse le sirviera para recuperar la inspiración enterrada en las cavernas de su cabeza.
—Eso dije. ¿Hablo en chino?
—Bueno, no discutamos, dámelo.
—Ya te lo di. Y si pasó de largo, lo siento.
—¿Vos lo decís por el día del Apocalipsis? De ahí sacaste el argumento para un final mal parido, o sea para un inicio nuevo —dijo él visiblemente malhumorado.
—Ya sabés todo fue un desquicio, prefiero no hablar de eso —respondió Juliana, mientras por el aire se propagaba una melodía muy conocida que ella comenzó a tararear.
Él dejó caer una lágrima, y luego otra y varias más.
—De acuerdo, Juliana, ya basta. Salgamos de aquí —le dijo mientras quitaba tierra de sus ojos, luego, escupiendo gusanos se enderezó en la tumba y comenzó a vociferar—: “Cantando al sol como la cigarra…”
—No tengo —respondió ella—. Tengo un final. ¿Te sirve?
—¿Usar un final como principio? —Gregorio se rascó la oreja, la barba y luego la nariz. Era como si rascarse le sirviera para recuperar la inspiración enterrada en las cavernas de su cabeza.
—Eso dije. ¿Hablo en chino?
—Bueno, no discutamos, dámelo.
—Ya te lo di. Y si pasó de largo, lo siento.
—¿Vos lo decís por el día del Apocalipsis? De ahí sacaste el argumento para un final mal parido, o sea para un inicio nuevo —dijo él visiblemente malhumorado.
—Ya sabés todo fue un desquicio, prefiero no hablar de eso —respondió Juliana, mientras por el aire se propagaba una melodía muy conocida que ella comenzó a tararear.
Él dejó caer una lágrima, y luego otra y varias más.
—De acuerdo, Juliana, ya basta. Salgamos de aquí —le dijo mientras quitaba tierra de sus ojos, luego, escupiendo gusanos se enderezó en la tumba y comenzó a vociferar—: “Cantando al sol como la cigarra…”
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