En la boca de un poema un sol hace puerto. Es la supremacía
de un esplendor que apaga la noche aún despierta. Es un atardecer que madura su
tono nocturnal, adormecido. Las palabras llenan corazones, graznan entre los
pájaros con el sigilo de algún ángel hurtado al cielo mismo. Es su voz angelada
como la mar: profunda, secreta, antigua. Hay poemas que duermen mansos por
siglos y un día despiertan en manos de plumas que respiran. Osada, me aproximo.
¿Quién podría quitarme el gozo de soñar en el abismo?
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