El texto se escapó de repente y así fue como se reveló
inerme ante mí, ante nosotros: sus hacedores. Leernos en papel es parte de una
intriga mayor: las manos del hacer versus el alma lectora. Me intriga saber qué
diremos de este nuevo pájaro de papel, también aquello que no diremos, quienes nos
acompañarán y quienes nos despellejarán en la esquina; me intriga la proyección
de su silueta. Los que dirán: esperaba otra cosa o es más de lo que esperaba.
La intriga mueve la fe del escritor, la fe en sí mismo y también su “no retorno” cuando ya la letra quedó
marcada. Me despierta curiosidad la intriga de mi compañero de letras, su
visión angular, cóncava o convexa de nuestro lavoro; la expectativa y hasta lo
improbable. Cuántas palabras habrán quedado en suspenso y cuántas hicieron el
salto sin red tan necesario. Pero no me intriga el camino que el pájaro hizo
mientras asimilábamos y conjugábamos las historias: ese pájaro fue altruista de
cabo a rabo, de principio a fin y ello fue la más noble proyección de dos plumas
esperanzadas. Los mundos mejores se hacen, no se declaman.
No hay comentarios:
Publicar un comentario