Camino lento bajo la lluvia de sueños, los
esplendores como las aflicciones son parte del trinar agudo de la existencia.
Me adueño de las luciérnagas que nacen de la tenaz marcha,como guerrera las
siembro. No es fácil germinar pequeñas candelas en los siglos ciegos. Luego,
sólo las contemplo en el arco iris que se abre a la luz de cada alma, en el
antojo de una eternidad que ahuyenta este repiquetear que me recuerda la
fragilidad de la cual somos objeto. Un buen soñador no vacila en ir hacia
adelante aún a sabiendas de que el horizonte es un par de alas que nace y muere
en silencio.
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