Tenía el alma aferrada a la esperanza, en el barrio lo
habían apodado “el medio vaso lleno” por su constante actitud positiva frente a
las adversidades. Él había perdido su familia durante la guerra, sin embargo
jamás hablaba de la guerra como flagelo de la humanidad. No había extraviado la
sonrisa ni los buenos modales. Era
infinita su capacidad de superación, los dos matrimonios posteriores a los tiempos
bélicos lo habían dejado viudo. Las heridas de la guerra habían marcado su cuerpo, no así su alma. Debido a todo ello, se propagó la noticia por el pueblo y
ciudades aledañas de que el hombre no era humano. Llegaron investigadores,
catedráticos, psicólogos, curas, parapsicólogos, médicos, maestros, etc. desde
distintas latitudes para estudiarlo. Todos arribaron a conclusiones similares: el
hombre había sido atacado por un virus que había borrado su memoria. Le
inyectaron un antídoto hasta que la recuperó; se convirtió en el “medio
vaso vacío”; desde ese día no deja de llorar razón por la cual el pueblo se ha
inundado. Sin dudas, nadie escapa a su
naturaleza, y Psyche era extremadamente
diverso.
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