Habrá que
callar al amanecer, pensé. Siempre tuve la inconsciente certeza de que los
sueños más dulces se hilaban al alba. Caminé en desmedro de lo ya pisado con la
consciencia plena de hacer añicos aquello inservible. Cristopher Cannes me miró
con curiosidad: pocos sobre el planeta Centilius mataban abstracciones. Yo no
tengo experiencia en la materia, mas estoy decidida a asesinar la última
ilusión, la que se empeña en semejarse a un barrilete sin sostén. Resulta ser
escurridiza, pero cae en mi trampa letal. Solo debo desintegrarla con mi láser.
Ella me mira, con tristeza, es demasiado bella; me arrepiento y la dejo libre,
aunque está mortalmente herida. Cual cometa surca el cielo, adoptando colores
imposibles. La observo alejarse silenciosa. Cristopher Cannes me lo había
advertido: «La abstracción provoca tal efecto». Quisiera ser como ella, pero
solo soy un funesto humano que contempla una aurora llena de desolación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario