Todos tenemos historias silentes, marchitas, distantes,
memoriosas, inmemorables, graciosas, saludables.
Todos hemos portado el yerro entre las manos, los aciertos, las sombras, los
clamores y algún espanto. Al romper la tarde, la noche nos habla cara a cara,
la luz mitiga su dulzor y sólo cuenta el destello del alma. Al romper la noche,
el alba es renacimiento que abraza; y así transcurrimos, siendo viajeros de
esplendores y ocasos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario