Cada vez que comienza la sesión se cruza de
tentáculos y se pone a leer. Mañana se cumplen dos años de terapia y este tipo
siempre termina por hacer lo que se le canta: nunca termino por explicarle su
problema. ¡dice que lo sabía y no me da ningún margen para ayudarlo! Me
refriega en la cara que él tiene dos cerebros y yo uno. Obviamente, él está
perturbado; le recomendé que fuese a otro psiquiatra.
—Doctor, usted está haciendo abandono de paciente —me respondió el muy desgraciado, mientras hojeaba una revista de psicología.
En ese instante se me ocurrió la idea de que me acompañase al próximo Congreso de Psiquiatría, como caso testigo; además para que le hiciesen un Ateneo y fuese estudiado. Aceptó encantado. Solo que no sé cómo arreglar el tema de la Conferencia. Me ganó de mano; se anotó para disertar con la ponencia: Dos por uno.
—Doctor, usted está haciendo abandono de paciente —me respondió el muy desgraciado, mientras hojeaba una revista de psicología.
En ese instante se me ocurrió la idea de que me acompañase al próximo Congreso de Psiquiatría, como caso testigo; además para que le hiciesen un Ateneo y fuese estudiado. Aceptó encantado. Solo que no sé cómo arreglar el tema de la Conferencia. Me ganó de mano; se anotó para disertar con la ponencia: Dos por uno.
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