viernes, 25 de diciembre de 2015

Un cuento para renacer


Juan no tenía árbol de navidad, tampoco casa y menos que menos una familia típica; las fiestas como la vida eran incertidumbre diaria. Ese día salió de recorrida por el barrio, hurgueteando dentro de un contenedor de basura apareció ante su vista un barrilete colorido y en buenas condiciones. Lo miró con cierta desconfianza: alguien lo había tirado y lo supuso roto. Para su sorpresa, en apariencia, se notaba entero.
Correteando se dirigió hacia la orilla del mar. Necesitaba remontarlo. Alzó la vista y apuntó hacia el sol. Se sintió observado: un par de niños comenzaron a reír a carcajadas. El barrilete caía a tierra una y otra vez, al tiempo que Juan perseveraba en ajustarle los tiros. Una, dos, tres, veinte veces.
Los niños, curiosos por naturaleza, se aproximaron a Juan. Necesitaban ver de cerca qué hacía.  Él, sonrió a boca llena y dijo en voz alta:
-  Sé que no llegaré al Sol, pero para darle a algún rayo de luz  es necesario soñar lejos.
Lo lanzó con todas sus fuerzas a favor del viento y con lentitud el barrilete comenzó a ascender.  Cuando estuvo a mediana altura lo soltó y se sentó a verlo en ascenso, después de todo el sol parecía estar cerca ese día…


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