miércoles, 12 de diciembre de 2018

La voz sin quiebres





Iba la flor
por la senda
de sus sueños
con los pétalos
de miel
a punto
de florecer
y fue la bestia
con su instinto
de hierro
quien destruyó
la inocencia.
La poesía
a veces
es un verso inútil
en el desierto
y otras tantas
es una lágrima
compartida
en la voz
de miles
que despiertan…

sábado, 24 de noviembre de 2018

Un clásico con buñuelos y algo más



Hay muchas cosas que son clásicas, desde la vestimenta hasta los postres o la música, pero cuando se habla del “clásico” del fútbol, uno sabe que se trata de Boca vs River.
Claro que desde pequeña mi padre me enseñó a ser hincha del azulgrana, no obstante ello, recuerdo haber asistido a un clásico antiguo.
Aquella tarde que viene a mi memoria iríamos de visita a la casa de mi abuela paterna, a lo de Doña Rosa, así era como la nombraban en el barrio. Mis hermanos ya me habían dicho que ellos estarían cerca de la capilla, y aunque me miraban con un dejo peleador, yo ni me inmuté. Nunca fue uno de mis paseos favoritos ir a la iglesia, aunque allí solían pasar películas de Chaplin para los chicos, los días domingo. Yo prefería el fútbol.  Así que como quien no quiere la cosa, les respondí “ Yo no voy a estar ni cerca de la capilla”.
Preparé mis muñecas, y también mis agujas de tejer, con la última bufanda multicolor que estaba haciendo. Quería mostrarle a mi abuela italiana los progresos que había hecho desde la última vez que nos vimos. Aunque era diciembre y hacía mucho calor como para vestir a mis muñecas con bufandas de lana, ella jamás detuvo mis ansias de aprender a tejer. Los aprendizajes no tienen fecha de vencimiento. También puse en mi carterita calada color rosa, un par de banderines que había pedido prestado al “colo” Giménez.
Mi abuela "tana" era de Boca, yo lo sabía muy bien, ella era una romana con todas las letras y siempre decía que ese Club había sido creado por hijos de italianos allá por 1905, y aunque nadie la escuchaba por el solo hecho de ser mujer,  yo si la oía.
El caso es que el colorado Giménez sabiendo de mi amor por mi abuela, le robó un par de banderines viejos a su padre y me los llevó a la cancha Ferroviarios, el domingo anterior al clásico. Los puso entre mis muñecas  al tiempo que me decía” Marianita están un poco rotos, no me los devuelvas. Los saqué del cajón de herramientas de mi papá, no digas nada”. Yo los escondí entre las bufandas, hasta que al llegar a mi casa,  los miré con detalle. Estaban bastante desflecados, así que en la semana los remendé como pude, los planché con mi planchita de hierro y los doblé para llevárselos de regalo a Doña Rosa.
Después del almuerzo del domingo, salimos rumbo a su casa. Vivíamos relativamente cerca, no más de siete cuadras.
Mi padre me alzó para que tocase tres veces la puerta con la manito de bronce. Mi tía abrió la puerta. Al cruzar la amplia galería colmada de malvones rojos, comencé a sentir el olor a  buñuelos de manzana, mis preferidos.
Entramos en la cocina, sobre la mesa había una gran fuente colmada de frituras redondas “Marianita servite, y convidale a tus muñecas. Están flaquitas como vos” me dijo mi abuela, al tiempo que me alzaba para que me sirviese uno.
Al costado de la gran mesa, estaban los bancos largos de madera. Mis hermanos corrieron a lo largo de ellos para ir a sentarse cerca de la radio. “No me tiren la capilla” dijo mi abuela en voz alta. Fue en ese momento que supe que así le decían a las radios con forma de catedral.
Mi padre se sentó a tomar unos mates con mi abuelo, y según dijo “Estaba muy tranquilo porque él era de “Los cuervos””. Mi abuelo no sabía mucho de fútbol, pero era un clásico y había que escucharlo de boca del “Gordo Muñoz” , uno de los mejores relatores de fútbol de la época.
Yo me senté en la falda de mi abuela y no solté mi cartera hasta que fue necesario. Ocurrió en el momento del penal que cobraron a favor de River, que la sentí temblar a ella. Me bajé de su falda, y corrí hasta la radio, abrí mi cartera y saqué los dos banderines de Boca. Vestí la radio de punta a punta, mientras mis hermanos no dejaban de preguntarme de dónde los había sacado. 
Pactos son pactos, así que con cara distraída les dije que los había encontrado en un tacho de basura y que los había lavado y planchado. No me creyeron mucho, pero no me importó.
“Roma es Roma” dijo mi abu, al tiempo que  sacaba un pañuelo bordado del bolsillo de  su batón y haciéndole dos nudos, repetía “ Santo Pilato, si Roma no ataja el penal no te desato”.
 Magia o lo que sea, pero Roma el arquero de Boca le atajó el penal a Delem y mi abuela saltó de alegría. Mi abuelo la miró, censurándola, pero ella, astuta le dijo. “ dai dai Dante, non vedi que la nena trajo los banderines para que gane Boca?
Luego de eso es poco lo que me acuerdo, solo sé que la calle se inundó de fútbol y que la fuente de buñuelos vistió el barrio.

miércoles, 31 de octubre de 2018

Poesía para ir lejos




Caminamos
en las espaldas
del cielo
a instancias
de  pájaros
que gorjean
sus silencios
como la región
que navega
en el día
la noche
de las ideas
Y es entonces
la poesía
un refugio
Y una voz
que se eleva
con la libertad
en la mano
lejos
muy lejos
de la indiferencia.

lunes, 29 de octubre de 2018

Narrado por mi-Infinitas gracias al programa Parnaso por el espacio que le han brindado a uno de mis cuentos. En el minuto 36 se puede ver. Gracias infinitas Zoelia Del Carmen Frómeta Machado



Infinitas gracias al programa Parnaso por el espacio que le han brindado a uno de mis cuentos. En el minuto 36 se puede ver. Gracias infinitas Zoelia Del Carmen Frómeta Machado


https://www.facebook.com/SistemaZacatecanoDeRadioyTelevision/videos/579894615777667/

martes, 16 de octubre de 2018

Oxido y cenizas

En tiempos
de óxido
la garganta
de las cenizas
rasguea
una arcaica
melodía
que enhebra
los huesos
de las serpientes.
En esa falacia
sobrevivo
a la tierra
siendo flor
de la mortandad.
En las noches
en que el saxo
se muere
muere el tiempo
y mato a una viola
para que renazca
la hazaña
de ser aire
en otro cuerpo.

sábado, 13 de octubre de 2018

No me rindo




No me rindo
como dijo el poeta
“aceptar el reto”
y descansar
 el día
en los viejos sueños.
No me rindo
aún en este tiempo
que finge
los silencios
en la estúpida voz
de corazones huecos
como la historia
de los pueblos
que hacen
de la desmemoria
la voz
de los cuervos.
Pero si por esas cosas
que tiene el camino
la pluma
y la vida
expirasen
sin remedio
sé que no me he rendido
porque supe habitar
la luz
de los versos
que se oponen
a los vacíos
que propone el viento.

viernes, 28 de septiembre de 2018

La manzana y su magia en el tiempo



La manzana y su magia en el tiempo
Había una vez una manzana que pendía de un árbol a la espera de la cabeza de Newton. Blancanieves que andaba buscando un príncipe se lanzó para morderla, en ese momento apareció Robin Hood para apuntarle con su flecha, pero fue Magritte quien la inmortalizó sobre un lienzo hasta que Steve Jobs la digitalizó mordida. Después de todo, desde que el mundo es mundo, cada uno y cada cual divide o muerde la manzana según sus intereses…

martes, 25 de septiembre de 2018

Entre la quietud y los inquietos


La quietud
en los hombros
de la inquietud
soportando
la boca hambrienta
como horizonte
que cae muerto.
La quietud
del trabajo
nos precipita
a la fosa
de los sueños
y me resisto
a morir o matarlos
en la garganta
de una avenida extranjera.
Nada soy
sin ese puñado
de sueños
como pájaros
que siempre
han acompañado
mi vuelo.
Ojalá
no sea tarde
aunque el reloj
se nota quieto
hay una inquietud
que no hace treguas.

miércoles, 19 de septiembre de 2018

Vieja tierra

Soy una viajera reconciliándome con la vieja tierra esa que inmortaliza la emoción en dos o tres versos. La pequeñez del renglón en la brevedad más plena. Miro hacia delante para ver la vaporosa danza de una poesía cuasi etérea en las vértebras de algún cielo. Es necesario alimentar el alma aún en la flaqueza de un hoy que no baja estrellas.

miércoles, 12 de septiembre de 2018

Latinoamérica


En brazos
de la niebla
transcurrimos
con la palidez
del rostro
de los sueños.
Pronto
es primavera
y nada calma
a esta neblina
que nos envuelve.
Los jazmines
florecerán
igualmente
solo que la mirada
entona
con las ausencias.
El horizonte
de Latinoamérica
errante
y en las riberas
de llamas muertas
y los jazmines
que se empeñan
en florecer
cual esperanza
de mirada nueva.

jueves, 6 de septiembre de 2018

Historias gélidas


Yo no sé cómo explicarle. Aparecí aquí, súbitamente. Así sin más, a la velocidad del pensamiento. Me corporicé y todo esto es tan nuevo. Quiero volverme a mi casa, dijo ella con gesto esperanzador.
El hombre la miró por el rabillo del ojo. El aspecto de la mujer era de fuera de época, pero lo peor de todo era el gélido gas que parecía envolverla. 
Las palabras comenzaron a quebrarse en la garganta del hombre y la idea de mujer se hizo agua de lluvia. Alzó su vista y vio como las nubes se convertían en otras formas, otros pensamientos, otros diseños. Un llanto antiguo bajó por sus mejillas y por enésima vez memorizó el rostro de su esposa muerta.
Nadie escapa al niño que cada uno tiene, dijo la terapeuta, mientras entraba al anciano a la sala de estar, allí donde las nubes desaparecen y el llanto muere.

martes, 4 de septiembre de 2018

Atardecer verbal


La tarde
en el misterio
de las sombras
dibujando
hasta el cansancio
atardeceres
transparentes.
La tarde
en el balcón
de letras
con un reloj
oscilante
en el péndulo
de sueños.
La tarde
y nosotros allí
como poetas
de a retazos
en el vaivén
de la calle
y a la espera
de nuevos climas
y otros paisajes
para renacer
en verbos.

sábado, 1 de septiembre de 2018

Comparto un fragmento de un cuento largo que está por salir del horno..

Comparto un fragmento de un cuento largo que está por salir del horno...
El usurpador
Me quedé inmóvil. Sentí el martilleo continuo de mis pulsaciones dentro del pecho como si un taladro perforase incansable una piedra. Abrí la boca buscando un poco de aire. Me concentré en la pequeña ventana que daba a la calle, más precisamente al ras de la vereda. Tenía una reja que impedía el acceso o salida de una persona, pero por suerte entraba viento fresco por los vidrios rotos.
La oscuridad llenó mi alma, tenía deseos de gritar, pero no se puede gritar sin hacer ruido. Tapé mi boca con ambas manos al tiempo que mis ojos quisieron hablar con lágrimas. No me podía permitir el error de llorar, no al menos en ese instante. Nadie es indispensable, ni siquiera yo misma, pero llorar no era algo que yo hiciese regularmente por lo cual fue fácil contenerme.
Una presunta identidad no nos hace más o menos visibles, aunque creo que me descubrieron. Si me encuentran me harán preguntas. Ellos no tienen nada que perder, yo sí.
La única luz que ilumina el sótano es la del farol de la calle. Un foco amarillo como la hiel, así de agrio es también este instante. El chillido del viento colándose por los agujeros de la ventana me inquieta. No le tengo miedo a los temporales, si le temo al otro lado de las cosas. Las dos caras de una moneda, la eternidad y el instante, la negrura o el mito de la caverna de Platón, la noche y el día, y enésimos etcéteras que transcurren sin hacer demasiado ostentación de su existir.
En verdad, siempre me gustó consumirme en la llama de lo que no sé, es una forma de florecer sin cargas en la espalda. Cuánto más sabemos más ignoramos y he ahí el drama de la existencia humana, saberse un vaso imposible de colmar.
Así lo decía Marcius Kong, mi vecino de departamento cada vez que tenía ocasión de filosofar.
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martes, 28 de agosto de 2018

Florecer


Cada uno
florece
elocuente
a la medida
de algún verso
o en el renacer
de cualquier sueño
pero, florece
porque hay algo
de febril
que se resiste
a morir
en esencia.
Cada uno florece
en el quebranto
del día
con un atardecer
en el corazón
y un alba
entre los dedos.

miércoles, 8 de agosto de 2018

Ungidos con cenizas


La luna inerte.
Agujerean pájaros
ungidos
con versos libres
y se esfuman
los cuervos
tras bambalinas.
Nadie ha visto nada
todos han visto.
Según dicen
desde antaño
la ceguera
lleva su copa
de cenizas
aferrada
como emblema
de la injusticia.
Le temo
a los antiguos lutos
entre los vivos,
mas duerme tranquilamente
nadie ha visto nada
todos han visto…

domingo, 5 de agosto de 2018

Infinito soplo




En esta hora
de tiempos
evanescentes
soy fugitiva
del atardecer
y su nostalgia
abandonándome
a los sueños
de ojos abiertos
con la esperanza
de iluminarnos
entre metáforas.
Esas que traen
unen
e hilvanan
los sentires
que el corazón
en la insensatez
irradia.
En el arte
el infinito
es un soplo
de amor
y muerte
que renace
aferrándonos
a nuestro aire.

miércoles, 1 de agosto de 2018

Lírica presente


Siento
la indignación
de los tiempos
que cuela
los fantasmas
en forma de justos
con cara de piedra
y se ríen los injustos
de las penas
que ellos siembran
a costa
de las lágrimas
y la intemperie
que nos dejan.
No nos hablen de tormentas
hay demasiados
atormentados
en la miseria.
Siento la indignación
de los tiempos
esa que no cabe
en el alma
porque duele.
Esta lírica
que sirve y no
con su presencia
me recuerda
que la poesía
suele develar
las tinieblas.

miércoles, 25 de julio de 2018

Desde la ventana


Desde la ventana
de la memoria,
la poca
que me dejaron,
sobrevuelan
los pensamientos
en forma
de cuervos
Y reniego
del statu quo
y de las lágrimas
en alerta.
Las sombras
quieren tomar cuerpos
y el sol
tarda demasiado
en aclarar
la noche
que se avecina…

martes, 24 de julio de 2018

La figurita difícil




Volví de Rusia desanimada, esto de simular un viaje que no realicé me recuerda al tiempo en que viajé a otros mundiales sin siquiera mover un dedo. Claro que vino a mi memoria México e incluso el Mundial en Estados Unidos.
En aquellos tiempos los goles eran enormes y colectivos y aunque la zurda la ponía Diego Maradona, yo sentía que estaba allí.
Mi padre decía que  no se puede ser arte y parte, yo le discutía que Maradona era ambas cosas, que mirase bien los goles y que algunos eran pura poesía.
Obviamente que tanto él como mis hermanos desestimaban mi postura por esto de no darle la razón a una niña.  La respuesta era “Marianita vos tenés pajaritos en la cabeza”. Hubiese querido desasnarlos y decirles que cada gol del 10 era un poema, y que los que hacen poesía siempre tienen pájaros en sus testas, pero prefería callarme.
De todas maneras, el Colo y Juan Cruz, mis vecinos de la cuadra, pensaban como yo. Diego llevaba arte  en los músculos de sus piernas capaces de doblegar a la cancha misma hasta hacerla a imagen y semejanza de la redonda. Todos lo sabíamos.
El caso es que ya  pasaron más de treinta años, y aún nos reunimos en mi casa para “El día del amigo”. El tema principal fue el Mundial de Rusia, hablamos de los croatas, los franceses, los rusos y hasta de la frustración que teníamos por no haber ido más lejos con nuestra selección.  Terminada la cena y como quien no quiere la cosa el  Colo y Juan Cruz extendieron sobre la mesa del comedor un álbum de figuritas y con la excusa de completarlo para los pibes del barrio, me dijeron “Marianita, falta la más difícil, a ver si te ponés las pilas y la conseguís”. Siempre tuve una gran energía, no necesito ponerme pila, pero sabía que conseguir la figurita de “La pulga” era casi como remontar un barrilete sin cola. Me dijeron que habían leído por internet  que en la esquina de Belgrano y 9 de Julio se reunirían el día jueves algunos pibes, para intercambiar figuritas. Sonreí. Ellos siguen pensando que soy la cómplice niña que ayuda a conseguir sus sueños, y yo no tenía ganas de discutir acerca de su visión de las cosas.
Aquella tarde que mi memoria recuerda, hacía tanto frío que mis manos dentro de los bolsillos de la campera permanecían tiesas a la espera de un poco de sangre que me recordase la calidez de la vida. Pero pactos son pactos, yo había prometido ir a esa esquina para el intercambio y si tenía un poco de suerte volver con la figurita de Messi, la difícil, la distinta, la escondida, la misteriosa. Yo llevaba una pila de más de treinta figuritas, entre ellas la de Ronaldo y Mbappé.
A unos diez metros de distancia vi la ronda de pibes, me acerqué. Me miraron con desconfianza, una mujer grande en esas cosas de niños despierta al menos un poco de curiosidad. Saqué mis manos de los bolsillos y les hice ver mi pila de figuritas, para luego preguntar si alguno tenía la de Messi. Uno de ellos alzó la mano y mirándome a los ojos me dijo “ Yo la tengo, pero la mía vale mucho, vale como 100 pesos” Me quedé descolocada por un instante, recordé a mi viejo, al potrero, a mi primer picadito entre nenas y varones y al valor que cada uno le da a las cosas. Así que le respondí “Lo admirás a Messi no?” El nene me miró con entusiasmo, y lleno de admiración respondió“ Es el mejor”. Claro, le dije, y agregué “ Yo conocí al mejor de la historia, al D10S” el pibe agrandó sus ojos hasta parecer del tamaño de dos botones gigantes. “En serio lo conoció a Maradona?” “Si, le dije, y jamás hubiese vendido su figurita ni por un millón de pesos”. El resto de los chicos me miraron con disgusto. “Pero Señora, así no nos va a querer vender la figurita” respondió el más alto de todos, con evidente fastidio. “Es que las pasiones no tienen precio, no se pueden comprar ni vender”.
Obviamente que volví con las manos vacías y el alma llena.  Pasé por el taller del Colo, le conté lo sucedido. Me miró con desconsuelo. “ Mariana te daba yo los 100 pesos, vos no entendes nada”. Con una triste sonrisa en los labios atiné a decirle “ El fútbol para mí siempre será poesía”. Pegué media vuelta para irme y al bajar el escalón, apoyé mal el pie y me torcí el tobillo, el Colo me asistió enseguida. Lo miré a los ojos “ Te acordás del tobillo hinchado de Diego en el partido contra Brasil en el Mundial 90?”. Asintió. A veces sobran las palabras.  En algún punto los grandes del fútbol nos abren las puertas  de sus decisiones para componer entre todos un  gran poema popular.
Con el átomo desinflamatorio que me dio el Colo para mi tobillo, me fui del taller cantando bajito, con mi álbum completo a cuestas y la figurita difícil apegada a mi memoria…





miércoles, 18 de julio de 2018

Versos respirados


Los versos respiran
la luz
o la oscuridad,
el desamparo
o la esperanza.
Los versos
componen
la melodía
del alma
y en ese statu quo
la negrura
y el amanecer callado
me recuerdan
de la humanidad
su fuego
y las cenizas
que la memoria guarda.
A veces, la poesía
respira
mientras sangra.

martes, 10 de julio de 2018

Calibre soleado


Calibro
los soles
entre los dedos
como si las manos
hacedoras
de letras
impulsasen
el barrilete
de sentimientos.
Nada más justo
que soñar
en el aire
ni más riesgoso
que hilvanar
miradas
en el cielo.

viernes, 6 de julio de 2018

De ensueños y magia




Me gusta leer libros antiguos, especulo sobre la mano escribiente y el siglo que transitaba al momento de determinado texto, imagino las motivaciones y me inmiscuyo en el  modo del lenguaje utilizado. Pero todo estimula a la sensibilidad, incluso aquello que sucede al momento de dormir.
Claro que adormecerse con la imaginación encendida en lo remoto trae como consecuencia ensueños y ridiculeces.
Apoyé la cabeza en la almohada y me puse a pensar acerca del oficio de escribir. Me dormí para despertarme y tomar vida en el mundo onírico. Allí me encontré con otros pájaros como yo conjugando el engranaje de un sueño escrito. Los amateurs también soñamos con millones de ojos leyéndonos,  no cuesta nada y es una tregua que oxigena  la realidad hasta nuevo aviso.
Como les contaba, en el ensueño, el escribiente del tipo H ( pájaro literato) oficiaba de chofer de un pájaro de plumaje vistoso y alto vuelo, es decir ,de un famoso escritor. 
Yo para variar, estaba en “babia” como es común en mí, y me acerqué al automóvil que el chofer había estacionado en la casa de mis sueños.  Abrí la puerta del auto y tomando del brazo en forma fraterna al pasajero sentado atrás, lancé mis reflexiones de vida que nadie me había pedido, con entusiasmo y optimismo, sin siquiera reparar en su rostro.  
Convengamos que el mundo que tiene lugar cuando dormimos goza de una absoluta libertad, además de nutrirse del absurdo.
El caso es que con esmero me puse a corregir un texto ( de palabra) que a futuro sería parte de un libro artesanal. Me divertí con mi propia verborragia, y es más, creo que en un momento sentí el aleteo estimulante del pasajero escribiente que yo no había tomado en cuenta. Todo hubiese culminado ahí, a no ser por la mirada del chofer, divertida y expectante a su vez, y a su pregunta que dio en el blanco “ ¿Sabés quién es él?” y entonces alcé la vista y  lo miré. Sentí pudor. Era un escribiente del tipo Z, uno de los que yo leía, el de sonrisa demorada y voz segura. Me acomodé en mi asiento de lectora, dispuesta a acompañar el periplo o la travesía que se presentase. Así fue como sin mediar tiempo ni espacio, entramos a una Universidad y el escritor famoso, vaya a saber por qué, cruzó un amplio pasillo para retornar rápidamente vestido de otro modo, con un pantalón de tipo chupín color blanco, zapatos puntiagudos similares a los que usan los duendes de los cuentos de niños y un pilotín beige entallado al cuerpo. Me sorprendió su transformación.
Fue por ese simple detalle que comprendí que los escritores Zeta hacen mundos mágicos en un instante. Miré al chofer, que por esas cosas de los sueños estaba sobre una cornisa a punto de batir alas con una crónica nueva y no me quedó más remedio que subirme a ciegas al mundo de palabras para gestar un vuelo raso o iluminar como luciérnaga alguna historia con la esperanza de atravesar las consonantes que a lo lejos convocaban a mi alma. Después de todo, a la magia hay que regarla con trabajo sin olvidar el ensueño que provocan los personajes…

miércoles, 4 de julio de 2018

Libro digital

https://issuu.com/corinamaterazzi/docs/el_foco_del_poeta__final

Caminantes

Todos los caminos conducen a uno mismo, sin dudas, el origen es acuático y luego hay que ambientarse al aire. En el aire uno está en suspenso, no vuela, no levita, no nada. Quizá es una de las primeras frustraciones, saber que además de estar solos ni siquiera es nuestro hábitat. Me gusta pensar que soy "delfina", que el mar es una incógnita en su vientre profundo y que con las letras viajo para acariciar otras almas.Después de todo la pluma es un infinito que suda mundos imaginarios.

sábado, 9 de junio de 2018

De rumores y lenguaje


En la mirada
de mañana
caben
desafíos
que progresan
a la medida
de las ideas
que se instalan
como el lenguaje
enervándose
para mutar
y mudarse
de boca en boca
cual rumor
de la mar
en trance.

sábado, 2 de junio de 2018

Tiempos programados




Yo quería salir de allí. No siempre es posible la libertad. Desde que el mundo es mundo hay titiriteros que manejan hilos con programas cuasi perfectos.
La suerte es esa moneda que de canto muestra los dos lados, pero que cuando cae de plano tiene una sola cara. En verdad, me gusta divagar sobre la fortuna de las alas y decisiones, y es más, también sobre aquello que no comprendo. Como sea, estaba atrapada en la repetición constante de una serie de imágenes que mostraban el mismo cantante millones de veces.
Existe la claustrofobia de las cosas.  Las voces que aunque cantando o diciendo cosas hermosas son presas de otras libertades que editan o cambian el original material.
Aquel día que decidí rebelarme, congelé al cantante predilecto del dueño de casa. y aunque el tipo tocó todas  y cada una de las teclas, el cantante permaneció en posición de largada o de llegada, depende como se mirase. A pesar de que existe el medio vaso lleno y aun creyendo que estaba por arribar a la meta, dejé su rostro tieso.
Como soy una hija no reconocida de un "programa mayor" me puse a tararear en silencio. Y no caben críticas a esto, cuando el vuelo de un artista se multiplica es rehén de todos. Al llegar al estribillo, la pc comenzó a funcionar nuevamente y liberé el video.
No me gusta creer en los misterios, todo tiene una explicación racional y formal en tiempos binarios.
Siempre he sido una Aplicación sin errores, una herramienta estratégica. Desde que nació el lenguaje de la programación han empleado mis procedimientos con un fin determinado, sin embargo hoy  liberé espacio y tensiones. Por un instante fui libre y corté los hilos de mi titiritero, como cuando los humanos dejan de estar vivos para ir a morir en brazos de superiores silencios. Pero mientras respiran, ellos también son rehenes de estos tiempos…

jueves, 24 de mayo de 2018

Entre lo fugaz y lo perenne


Transcurre
el cielo celeste
apoderándose
de los techos.
En ese manto,
suma de infinitos
y misterios,
la palabra
se extravía
en el silencio.
¿Será que la boca
del tiempo
habla con hechos
o tal vez
desde las alturas
la fugacidad
se pierde
para acuñar
perennidades
entre recuerdos?

miércoles, 16 de mayo de 2018

Falacia inmortal

El tiempo
dilata
los instantes
o los contrae
a la medida
de cada uno.
El tiempo
nos captura
nos exprime
nos engaña
nos abandona...
Dime viajer@:
¿cómo deshojas
la huella
de la esperanza?
Muere el instante
la noche
el día
el alba
para florecer
inextinguible
mañana.
Más allá de eso
es necesario
un trozo de falacia
en las fauces
de la propia fragilidad
para adormecer
la muerte
e invocar
a algún sueño
que nos mantenga vivos
porque sí,
así, sin más.

sábado, 5 de mayo de 2018

Un cuento en quince palabras- Paradoja



El arquitecto cometió el error de construirnos efímeros con deseos de eternidad. Así nos entretuvo...

sábado, 28 de abril de 2018

Reflexiones otoñales


Uno compila los instantes a la medida del hoy, pero de pronto cae en la cuenta de un ayer próximo, uno remoto y hasta uno lejano que nos habla al oído de uno mismo. Y el velo que cubre los días, como en otoño, se diluye, cruje y se deshace, y se empeña en rearmar el sentido de quienes hemos sido, de cómo hemos mutado y cuánto vale ese ser que fuimos. Y se reconoce parte de la historia, del dolor, de lo no dicho y se recuerda joven y humana, sensible, y hasta flor de raíz perenne con ideas libres. Uno compila la vida y la vida nos muestra todos los aspectos, todas las formas, todas las lenguas que alguna vez moldearon el hoy, el mío, el tuyo, el nuestro sin eufemismos.

martes, 24 de abril de 2018

Risas en el anonimato


Uno a veces cree que el buen humor es algo que poco a poco se pierde, sobre todo en tiempos en que las hostilidades están jugando sus mejores partidas en las mentes y las vidas de las personas.
Como sea, andamos por aquí, por este mundo y el propio barrio, cruzándonos en las aceras del anonimato, prendidos al instante que muere, sin mirarnos unos a otros, más allá de un intercambio fortuito. Cosas que suceden en las ciudades, como un puente roto que de tanto en vez nos permite pasar por la orilla de otras almas, y luego hay que remar las desconfianzas para hacer algo más o menos humano.
Estaba en mis quehaceres “letriles” cuando una voz con sonido aumentado, como si proviniese desde un megáfono, llamó mi atención.
Agudicé mí oído lo más que pude para escuchar mejor, pero los recuerdos que acudieron fueron más fuertes y me transportaron a la niñez, más precisamente a los oficios de aquellos hombres que para ofrecer sus productos, voceaban por las calles. En mi mente aparecieron imágenes de los vendedores ambulantes de antaño, como el lechero que con un carro tirado por caballos traía la leche fresca en unos tarros de aluminio de cincuenta litros, cada familia compraba lo necesario con su propio recipiente: ollas, jarras, etc. También recordé al colchonero o cardador al que se le entregaban los colchones cuando la lana que contenían se había apelmazado, o al afilador de cuchillos que tocando la armónica ofrecía sus servicios de afilar cualquier instrumento cortante, y me acordé de mi madre sacando a relucir sus tijeras de modista para entregárselas.
Sonreí con añoranza, tuve ganas de pasear en monopatín entre los rosales del jardín de la casa de Elvira y Luis o de jugar a las payanas en el umbral de la casa de Clementina, o de hojear las historietas de Pelopincho y Cachirula, o la revista Billiken, o leer las aventuras de Nippur de Lagash, mi favorito junto con Dax, los personajes creados por Robin Wood.
La voz del megáfono me sustrajo de los recuerdos, la sentí muy cerca a la puerta de mi casa “vendo cebolla, señora, zanahoria, papa limpia”. No pude eludir mi curiosidad, tenía deseos de ver de quién se trataba, como si de ese modo fuese posible revivir al verdulero ambulante, Giacomo. Venía los martes y jueves por el barrio con una vieja camioneta blanca. Se paraba sobre la caja, y sobre un cajón de madera apoyaba su balanza estilo imperio con los dos platillos,las pesas de bronce las acomodaba de mayor a menor y procedía al pesaje de las verduras frescas que le compraban. Era casi mágico verlo trabajar porque además usaba los platillos de bronce para acompañar una vieja canzonetta italiana.
Salí a la vereda, el primer impacto fue fuerte, no era un verdulero, ni siquiera un megáfono. Un muchacho alto con un cono color naranja en su boca era quien imitaba a los vendedores ambulantes, provocando la sonrisa de quien con él se cruzase. La memoria de la niñez es poderosa. La memoria colectiva toca resortes de las emociones que nos unen, con hilos de encanto y puntada invisible, a veces con simples cosas.
Pispié curiosa hacia donde se dirigía el muchacho y vi que nos metros más adelante iban caminando unos obreros con igual vestimenta que la de él. Llevaban también conos anaranjados que servirían para canalizar el tránsito vehicular, dado que estaban arreglando los baches de la esquina y habían cortado el paso.
Me quedé pensando de lo que es capaz de hacer el buen humor en nuestras vidas, cuando nuevamente nos sorprendió la voz de megáfono “ por ahí no señora…cruce por la esquina, vendo consejos, vendo”. Todos volvimos a sonreír al ver que una señora que intentaba cruzar la avenida a mitad de cuadra, retrocedió.
Este siglo tiene perlas que vale la pena ver, un toque de buen humor nos puede cambiar el instante, y qué es el día ,sino la suma de los aconteceres que somos capaces de sentir cuando estamos despiertos de corazón en el momento justo para disfrutarlo.

lunes, 2 de abril de 2018

Como el chicle



La memoria es un puente, me dije, al momento de intentar recordar el nombre de un chicle que comía en la niñez. ¿A quién le podría interesar la marca comercial de esa antigua goma de mascar? Bueno, no siempre hay que recordar grandes sucesos, a veces la mente divaga por otros lares. Quizá la razón radica en que soy vetusta y empiezo a hacerme cargo de aquello que conformó la niña que pelea dentro de mí para no irse. El caso es que “guglié” a piacere, con un cierto grado de perseverancia, buscando ese bendito chicle, que en el kiosco de Pirulo estaba en el mismo estante de los caramelos media hora y de los chocolates aireados. Todo se compraba por chirolas. Cuando nos poníamos densas ( en los juegos con mis primas) mi madre, depositaba unas monedas en nuestras manos y corríamos a la esquina como si el misterio del existir estuviese en esa carrera.
Mi mente podría haberse quedado conforme con las cientos de imágenes de chicles de antigua data que  me ofreció internet, pero yo busco ese que tenía una especie de canaleta que lo dividía en dos, envuelto en papel color rosa y que tenía la característica de no estirarse demasiado por lo cual se podían hacer pocos globos. Compraba ese  porque se parecía a los caramelos y en caso de tragarlo, no sentiría que eran los últimos minutos de vida. Me divierte mucho escribir esto porque los de mi generación han de recordar la advertencia: no te vayas a tragar el chicle, como si en tal caso se pegasen los intestinos conformando una maraña de no sé qué cosa produciendo una obstrucción mortal. Pienso en la inocencia de creer todo sin el menor lugar a la duda, o sí, porque todos alguna vez nos tragamos esa goma mágica y no pasó nada. Y me dio por pensar de que la niña que pelea por permanecer a mi lado, a pesar de tener conocimiento del siglo que transitamos, sigue creyendo en que la eternidad es un instante en que el corazón cree alegremente en que es posible romper los designios del destino, sin el menor lugar a dudas, como el chicle…

jueves, 29 de marzo de 2018

domingo, 25 de marzo de 2018

Tiempos mejores

A veces,
camino
así,
sin piel,
por la vereda
donde todo sucede.
Y rehúyo
a las sombras,
a los apocalipsis,
a la ceguera,
y no es esquivo
el tiempo
y me recuerdo
así,
sin piel,
en la condena
de sentir
el mundo
que agoniza
en su dulce espera.