viernes, 30 de mayo de 2014

El lenguaje del fuego – Guillermo Vidal & Ana Caliyuri

P´sotuma amaba la boca, como topos de encuentro entre diversos niveles de ser, material, espiritual o entre especies diversas. Consume pero también permite el habla, transforma el simple sonido en una palabra que atraviesa la dura corteza de los mundos y enloquece con su melodía a los oyentes más allá de las estrellas. La boca que mastica, que lambe, que se alimenta, reúne, también regurgita, escupe, vomita, desata guerras y tormentas. Pero la boca de esta especie expelía fuego, su único lenguaje. Quien diera testimonio de su destreza fue la retórica del agua a través de las fauces marítimas. Fue así como apagándose y avivándose, convocaron al aire como mediador para dirimir la infinita esgrima. El aire, distraído, falló a favor de la tierra. Son las cuatro fases de la materia, dijo el profesor.
–¿Y el humano? —preguntó el alumno.
–Es un dragón domesticado, respondió, mientras se encendía cual volcán…


miércoles, 28 de mayo de 2014

Dilema vertiginoso



La nave estaba cuasi vacía, el comandante había pedido refuerzos a Don. El hombre colocó carteles en todas las latitudes posibles con el firme propósito de captar voluntades. En el segundo día de convocatoria se alistaron varias criaturas. Los seres de Loxis los esperaron con entusiasmo. El único dilema fue el vértigo a la altura. Un importante número de recién llegados a la estación espacial, entre náuseas y temores, pidieron el relevo. Don no supo si escarmentarlos con el enfado de los dioses o incentivarlos con el resplandor de una azulada ventana. El comandante Saw, antes de la expulsión definitiva los invitó a la sala de hologramas; allí todos y cada uno se vieron en el tiempo. Las verdades hicieron pininos de fantasías, y las mentiras se arrastraron como orugas. Desde siempre, para volar hay que pasar de estadío. De alguna manera el infierno arde para dar lugar a una superior altura, dijo Saw, mientras los instaba a Ser o No ser criaturas de batalla, blandiendo entre sus manos la espada de la palabra.

martes, 27 de mayo de 2014

IDEAL


El hecho
de andar
y andar
entre versos
como errante
de la palabra
en silencio
con el ala débil
con el ala fuerte
con el corazón
en vuelo
me condena
a afilar
los labios
como si pronunciarme
despuntase
el mundo ideal

en el cual creo.

domingo, 25 de mayo de 2014

Ideal oculto – Carlos Enrique Saldivar & Ana Caliyuri

Busco a la persona ideal, la cual se halla cruzando la puerta de esta enorme casa; de modo que penetro, aún no sé el nombre de la mujer de mi vida, por eso menciono diversos nombres y ella no se manifiesta. Decido ingresar a la sala y buscarla en cada habitación, en cada rincón; abro puertas tras puertas, subo y bajo escaleras tras escaleras. Quizá se encuentra en el techo, tal vez bajo el suelo, o, de repente está en el interior de mí mismo. Los ideales son esas chispas que nos hacen más humanos, pensándolo bien, dudo que ella esté en mi interior. La duda me abstrae. Soy un autodidacta del ideal, sigo buscando. La casa y sus pasadizos secretos semejan un laberinto; tengo que sobreponerme. Ella existe y está escondida. Hace más de mil años que nos buscamos y yo que no puedo salir de este punto…

viernes, 23 de mayo de 2014

MAGNO SUEÑO


En el ala
de los sueños
las voces
maceran
eternidades
con fibras 
más o menos puras
más o menos coloridas
más o menos luminosas
pero siempre efímeras.
Dime viajero:
¿en qué corazón
cabe la humildad
y al mismo tiempo
el destello
de un magno sueño?

martes, 20 de mayo de 2014

La abstracción – Ana Caliyuri & Carlos Enrique Saldivar

Habrá que callar al amanecer, pensé. Siempre tuve la inconsciente certeza de que los sueños más dulces se hilaban al alba. Caminé en desmedro de lo ya pisado con la consciencia plena de hacer añicos aquello inservible. Cristopher Cannes me miró con curiosidad: pocos sobre el planeta Centilius mataban abstracciones. Yo no tengo experiencia en la materia, mas estoy decidida a asesinar la última ilusión, la que se empeña en semejarse a un barrilete sin sostén. Resulta ser escurridiza, pero cae en mi trampa letal. Solo debo desintegrarla con mi láser. Ella me mira, con tristeza, es demasiado bella; me arrepiento y la dejo libre, aunque está mortalmente herida. Cual cometa surca el cielo, adoptando colores imposibles. La observo alejarse silenciosa. Cristopher Cannes me lo había advertido: «La abstracción provoca tal efecto». Quisiera ser como ella, pero solo soy un funesto humano que contempla una aurora llena de desolación.

sábado, 17 de mayo de 2014

Contra la corriente – Sergio Gaut vel Hartman & Ana Caliyuri

—Si en mis manos estuviera la posibilidad de ayudar a la gente a deshacerse de cualquier artificio metafísico —discurseó Mefitel— y contribuir a que logre saltar por encima de la concepción imperante, lo haría sin vacilar. —Pero usted es un sacerdote —protestó Leti. —Lo soy, pero también afirmo que la religión es la droga más nociva que hayamos creado. Y ninguna campaña contra las adicciones se ocupa de ella. —Pero un sacerdote se rige por dogmas y los dogmas son los pilares de las religiones — replicó Leti con un nudo en la garganta. —Soy un sacerdote antidogmático, que no es más que otra manera de seguir siendo un dogmático pero en forma consciente. Me convertí en aquello que no deseo ser durante la última traición global a lo mejor del ser humano —dijo apenado Mefitel. —Desde que el mundo es mundo existen las traiciones… —Por eso mismo Leti, usted es libre. Aproveche que no está atada, como yo, a la prisión de la carne. El espectro se alejó del sacerdote y trepó por las nubes como si fueran los peldaños de una escalera. Suponía que su tarea debía comenzar en el cielo.

martes, 13 de mayo de 2014

Nadie tiene la justa

Nadie tiene la justa: ni el hierro templado de un guerrero, ni la mano sedosa del hada, ni la aurora de un viejo sabio, ni la voz más devastada. Ni ésta, mi voz de mar, ni la lluvia prosaica entre mis letras,ni el aroma a manantial nacido de la raíz del alma; ni siquiera el bullicio que siembra notas de encanto y deviene en sueño casi mágico. Sentí al viento romper castillos en la mente, y tampoco él tuvo la justa al momento de traer claridades. Tampoco el carpe diem tiene la justa al momento de emigrar cual golondrina de todos los tiempos en todos los aires. Ni las arcas repletas de envanecidos tienen la justa acerca de la faz más o menos heroica, más o menos teológica, más o menos humana. Después de todo, no hay retórica ni dialéctica magistral que incline la balanza, pues desde siempre el ovillo devana sus hilos alrededor del eje de lo que más amamos.

sábado, 10 de mayo de 2014

Final de un cuento – Carlos Enrique Saldivar & Ana Caliyuri

«Entonces me dormí. Solo había sido la realidad». Creo que así finalizaré este cuento largo que acabo de terminar. Aunque no… esta frase definitiva no me satisface, suena muy típica. La versión inversa de «Entonces desperté. Solo había sido un sueño». Mi oración final es un lugar común, pero la realidad puede ser monstruosa y nada más el sueño es capaz de combatirla. Por ejemplo, en mi realidad hay demonios que me acechan y que pretenden acabar conmigo, solo el sueño me salvaría, mas no consigo reposar… ¿por qué? Porque dormir conduce a soñar y en los sueños hay pesadillas. Entonces si me despierto me salvo, aunque pensándolo bien, el salvataje dura hasta el sueño siguiente. «Entonces nunca más me dormí, y así fue que la locura se hizo cargo del final». ¡Ah! Olvido un detalle, ahora soy yo quien acecha a los demonios.

viernes, 9 de mayo de 2014

Bienes

No tengo más sueños que aquellos que caben en el alma. Como si fuesen bienes que otorga el universo a los ideales elevados. Flota en derredor la copa del desencanto, mas, esplenden los sueños cuando hacen de su luz una huella por donde cruzar descalzo. En el borde de cualquier estertor viven las raíces y se avizora lo heredado. Me digo y repito mientras avanzo:  no hay peor derrota que maquillar los sueños con pereza entre las manos ni peor camino que bajar los brazos. Luego, todo deviene una tregua para respirar entretanto. 

jueves, 8 de mayo de 2014

BÚSQUEDA


Busco
el eco
de la fuente,
sin ninguna lógica.
Sólo rastreo
el remoto origen
del hambriento verso
en la boca
de otras bocas
que besaron
el tiempo.

domingo, 4 de mayo de 2014

Entrevista para Oubliette Magazine ( Italia)http://oubliettemagazine.com/2014/05/02/intervista-di-michela-zanarella-ad-ana-caliyuri-ed-al-suo-libro-palabras/

Agradezco a la poetisa y periodista italiana Michela Zanarella por la entrevista que me realizó días atrás para Oubliette Magazine-. Infinitas gracias!!

http://oubliettemagazine.com/2014/05/02/intervista-di-michela-zanarella-ad-ana-caliyuri-ed-al-suo-libro-palabras/ 
http://oubliettemagazine.com/2014/05/02/intervista-di-michela-zanarella-ad-ana-caliyuri-ed-al-suo-libro-palabras/

viernes, 2 de mayo de 2014

La puerta de Jolister - Ana Caliyuri



Ignoro el tiempo que pasó desde aquella noche de abril en que él merodeaba los vestigios conscientes de mi memoria, no sé si ha pasado un año, diez o cincuenta, de todas maneras no importa demasiado eso. El caso fue que esa noche inmemorial, él decidió cruzarse hacia mi casa. El golpeteo frenético de unos nudillos sobre la puerta de chapa fue la seña inconfundible de que  era mi vecino. Tamborileaba con sus dedos, sin cesar, sobre la superficie acanalada de la puerta porque era un hombre ansioso, además de ser un buen músico. Se decía en el barrio que Jolister (así era el apodo de su innombrable nombre Jaquiabetirishulum, nombre por otra parte puesto por su madre: la Condesa de Sharlestions, una excéntrica cantante de ópera muerta en un oscuro episodio) pertenecía al Clan  de los memoriosos. Tal es así que no había estrella sobre el firmamento que Jolister no supiese nombrar. Obviamente que no podíamos corroborar lo contrario dado que en el pueblo solo  reconocíamos las Tres Marías, el Lucero y la Cruz del Sur.  Siempre he sido una mujer de pocas palabras pero, solidaria. Si mi vecino había tocado a mi puerta sería por algo importante. Las malas lenguas dicen que el hombre buscaba la gloria, los demagogos en cambio creían que él deseaba postularse para intendente del pueblo.  Yo, sinceramente, creo que él vino por respuestas y se llevó preguntas. Los recuerdos son un puesto definitivo, me dijo esa noche al entrar a mi humilde morada. La desmemoria también, le respondí con espontaneidad. ¿O es que usted Jolister no ha perdido algún tornillo en la trama de sus remembranzas? Claro que el hombre no me iba a dar la razón. Encendió un cigarrillo y expeliendo el humo por la nariz me miró con cierto aire de suficiencia, para luego vanagloriarse por su eficacia al recordar hombres y mujeres ilustres, escritores de gran notoriedad, pintores y músicos magnos. Yo siempre he sido una simple mujer, una intuitiva anónima, una maga de fantasía (las verdaderas magas son notables), pero me encontraba en plena desgracia de la mente: cada cosa que él nombraba me era distante y a su vez absurdamente conocida. El absurdo me ha salvado a veces y otras veces me he sentido resguardada por algún silogismo propio, de esos cuya validez es tan perentoria como cualquier ventisca. Hay muchas maneras de castigar a la memoria: una es hostigándola con cosas penosas que se supone han sido vividas, y otra forma y tal vez la más conocida, es toparte con los que hacen gala de su inefabilidad y te hacen saber cuan desmemoriada estás. Jolister era un inefable memorioso, su pandilla Kafkiana también. Por esas cosas del destino, supo de mí y de mi expulsión del mundo de los recuerdos un día invernal en que ambos acudimos a la Biblioteca. Claro que él sabía muy bien que era lo que buscaba: Demian de Herman Hesse, dijo en voz alta. Yo lo había leído,  jamás hubiese podido recordar la trama pero si la sensación de soledad del protagonista: esa división de sus mundos que alguna vez, si mal no recuerdo lo poco que mi memoria me permite, han sido también mis relativos cosmos. Cerré la boca, no por mucho tiempo, pues Jolister me preguntó qué libro había ido a buscar. Titubeé en la respuesta, yo sabía muy bien qué iba a buscar pero no pensaba decírselo al inefable, pues seguramente ya lo había leído y es más, lo recordaría.   Ensayé una ridícula respuesta y con cierto aire de indiferencia le respondí que estaba allí para aprender portugués por  esto del mundial de fútbol en Brasil - me gusta saber alguna palabra por si acaso pueda ir a ese hermoso país- dije. Me miró divertido, casi seguro que pudo vislumbrar mi puerta de escapada de la mente y sin miramiento ninguno por ello, soltó la pregunta:
-¿Buscás “El alquimista”?
-¡Mi Dios! Claro que me sonaba el libro, sobre todo porque soy una soñadora, pero sólo atiné a decirle que por ahora necesitaba llevarme un diccionario español/portugués. No contento con mi respuesta, apuñaló mi punto débil.
-¿Y algún buen libro para este fin de semana? Leíste Rayuela seguro.
Por supuesto que lo leí, era tan joven  cuando lo tuve entre mis manos que usé todas las formas de armar ese rompecabezas literario, me sentía libre al elegir. Joven y libre, dos grandes condiciones para azuzar todos los circuitos neuronales.

Yo creo que Jolister penetraba en mi mente, conocía el tamaño de mis sombras. Lo que él tal vez no dimensionaba es el esfuerzo que demanda vivir con la propia catástrofe. Es obvio que se puede pasar por este mundo sin mencionar un escritor o un hecho histórico, pero lo que en realidad es caótico es pasar por este mundo sin recordarse a sí mismo. Ese ser que fuiste y ya no sos pero que sabés que has sido porque los demás te reconocen…menos vos. Pero Jolister era el presidente del Clan y esas nimiedades lo tenían sin cuidado. Así fue que noche tras noche, por espacio de miles de noches, él golpeteaba con los nudillos la puerta de entrada a mi casa. Yo siempre le abría y aún hoy le abro la puerta. Jolister es el último vestigio de la consciencia y yo, sin dudas, completo su historia.