martes, 29 de septiembre de 2015

INOCENTE LÁGRIMA



Es la suerte
de la inocencia
la que atenúa
el filo
del pasado.
Y los tiempos
obstinados
 se encienden
y apagan
entre pensamientos
que libran
sus batallas.
Todo regresa
y todo pasa
en una espera
sin fin
que retorna
a la pureza
de las lágrimas.


Escucho- Miguel Angel Dorelo & Ana Caliyuri


Miro el reloj posado sobre la mesa de luz por enésima vez. Debe haber pasado al menos un par de horas. Desesperanzada, compruebo que sus agujas apenas se han movido. La luz del sol está tan lejos que me duele.
Reviso todo una vez más. La puerta del frente con llave, igual que la que da al patio. No les será fácil poder entrar.
Escucho.
La persiana apenas levantada hace que el ruido de los autos circulando por la ruta ubicada a unos ciento cincuenta metros de mi casa, llegue hasta mis oídos demasiado atenuado, evitando que pueda refugiarme en él..
No recuerdo la cantidad exacta de horas de encierro, de oídos atentos, pero sé que ya son muchas, demasiadas, ya insoportables.
De ningún modo contemplo el abandonar la casa; el solo pensar en atravesar el umbral de la puerta que da al pequeño jardín y luego a la angosta vereda de baldosas amarillas, me paraliza. Ellos acechan, agazapados, lo sé aún sin haberlos visto.
Escucho. Ahí está. Es un leve susurro. No. Alguien ríe por lo bajo. O solloza. No puedo estar segura. Quizá ambas cosas a la vez. Está más cerca que hace unos minutos. O unas horas. El tiempo se empieza a comportar de forma extraña.
Me animo y apoyo mi oreja izquierda en la ventana. Escucho. Un rasguido como el roce de una rama de árbol sobre la pared. Pienso en uñas sobre madera; la madera de mi puerta. Es eso. Ahora no tengo dudas. Ellos se aproximan. Una honda preocupación hace que comience a tiritar. Tengo frío, la sangre que pasa lenta congela mis extremidades hasta convertirlas en dos miembros inútiles. Por encima de todo, el pensamiento late con la agudeza del oído. Escucho un paso, luego otro. No sabría cómo deglutir esta sensación de desamparo. Un paso y otro más. Va chocando con cosas, las mismas cosas que se interponen en su transitar son las que se cruzan en mi cabeza. Escucho, paralizada. Un sonido metálico me provoca deseos de ir al baño, suena como el martillar de un arma. Se supone que si vienen por mí no me darán oportunidad de una última voluntad. Tengo que hacer pis, pero es más fuerte escuchar que cualquier otra cosa. Escucho. Arrastrándome sigilosa me acerco a la puerta de entrada. No siento las piernas, los brazos nadan en el suelo. La mirilla de la puerta está a gran altura. Tal vez es mi bajura de reptil ancestral lo que hace que vea a ese agujero en medio de la puerta como si fuese la pupila de una montaña de mil metros. Escucho. No sé si quiero ver porque hay una respiración agitada tras la puerta. A escasos centímetros de mí. Suena acompasado. Escucho. Jadea. Yo también. Apura su respirar, yo también. Escucho. Quisiera gritar, pero quedé muda. La palabra se alza en el aire, el pedido de auxilio nunca llega a convertirse en grito. Escucho. Jadea, yo también pero en voz baja. Escucho. Escucho. Escucho. Te escucho y la carne que se inmola. Todo es un rojo río que asoma torrentoso bajo la puerta, Viscoso. Escucho. Silencio. Todo es silencio y del otro lado ya nada se escucha. Me miro en el espejo… Quizá ya todo terminó… ¿Me escuchan?

lunes, 28 de septiembre de 2015

Cosa seria – Ana Caliyuri


Esto de reír es cosa seria” dijo él a quien quisiese escuchar. Yo, risueña por naturaleza, sonreí. No hay tratado sobre la risa que me haya persuadido acerca de los “porqués” comunes que identifican semejante acto o cuándo o dónde sucede la risa seriamente; sin aditivos, sólo por zoncear con algún motivo que provoca esa explosión interior. Las palabras son las causantes, me dije, mientras dibujaba en el aire silenciosamente palabras de burbujas, salidas inesperadas, espejos míos desdibujados. Reír es cosa seria, y cuando esa seriedad despierta a los corazones es una grata barca que boga en brazos de un gesto que la inteligencia reconoce y el alma abarca.

sábado, 26 de septiembre de 2015

ALQUIMIA


La alquimia
en los labios,
prestos
a brotar
cual fruta fresca.
Sobre el río
que no cesa
de flanquear
despierto
se escapa
la juventud
con su torrente
de luz ciega.
Todo es perenne
hasta la desventura
de los ojos perdidos

en el tiempo.

jueves, 24 de septiembre de 2015

El tren y el destiempo


El tren inmóvil. Las luces de los vagones, aún apagadas, daban un panorama desolador a la estación. El alma de Lucía parecía divagar por encima de la formación del tren. Los ojos de la menuda mujer se agigantaron a medida que llegaban los pasajeros para el viaje. Ella no hubiese querido que Gabriel se fuese, tampoco él hubiera querido irse. ¿Cómo se mastica el sabor de lo no deseado? ¿Cuál es el aire que cabe entre dos bocas que se despiden?
Nada parecía existir para esa pareja de enamorados más que sus manos unidas, la tristeza en los rostros y una ínfima luz de prometedor encuentro. Tiempos de oscuridad y como toda oscuridad no perdona a nadie. Se acariciaron hasta que el pitido del tren los llamó a la realidad. Una ventanilla, un asiento y un andén eran el paisaje que los acompañó, hasta que el vagón se empequeñeció en el infinito.
Lucía tragó sus lágrimas tres pasos, mil pasos, millones de pasos. Luego, lloró su desconsuelo en soledad. Vaticinó la ausencia sin tiempo. Secó las lágrimas con sueños.
Despertar suele ser doloroso. Aunque otros dicen que ha salido el sol, ella prefiere creer que un buen sueño vale más que la peor realidad.
De tanto en vez se la ve deambulando por la estación, ya los trenes no son como antes, tampoco ella, ni siquiera Gabriel ha de ser el mismo. De eso se trata crecer, muchas décadas han pasado aunque el lugar sigue siendo desolador. Los pitidos del tren ni siquiera traen recuerdos porque la memoria se fue con ellos. Así es el tiempo, un vagón que lagrimea a lo lejos y un amor que se pierde.
El tren inmóvil, hasta nuevo aviso, hasta otras despedidas, y otras ausencias.
Pareciese que una nueva formación se mueve o quizá son los pasos de Gabriel a lo lejos. Entre la neblina y la oscuridad, hay un alba de ensueño. Lucía peina su gris cabellera, es domingo y dicen que los trenes nuevos comenzaron a moverse…

lunes, 21 de septiembre de 2015

MÁS ALLÁ…


Y más allá
del yo poético
hay un yo inmenso…
Ese 
que sirve
a la voz
de los vacíos
o que es silueta
de los silencios.
Ese
que timonea
la mar
de los náufragos
cuando las almas
dubitan
en las tormentas.
Más allá
del ombligo
Poeta
hay enésimos latidos
que necesitan
de la poesía
cual resplandor
que despierta.

La magia del amor



Alma es una niña singular, busca las simples cosas que la gratifican. Es así como se la suele ver apoyada sobre el vidrio de la ventana de su hogar intentando descifrar los astros en el cielo o sentada sobre la hierba del jardín para observar de cerca las hormigas, el rocío del atardecer o algún gusano de tierra.
Este domingo pasado sintió la primavera en la punta de su nariz: el olor a lavandas, jazmines y flores frescas la despertó. Su madre atareada con las cosas del hogar sólo atinó a reclamarle ayuda para finalizarlas, sin reparar en el rostro ensoñado de Alma. La ensoñación la apresó por un instante: quería regalarle al mundo una brizna de primavera. Colaboró con su madre y ya pasado el mediodía comenzó a recoger flores de su propio jardín. Dos caléndulas y un ramillete de jazmines alcanzaron para que su rostro irradiase felicidad. Luego, comenzó a caminar por la acera. El sol proyectó su sombra extensa y Alma supo jugar con ella. De repente la sombra pareció engrosarse demasiado, tanto que semejó la figura de un hombre alto. Cualquier niña se hubiese asustado, pero no ella. Agudizó sus sentidos y con la seguridad de portar el amor entre sus manos se detuvo antes una mujer madura para decirle:
-          Señora ya pronto es la primavera y me gustaría regalarle flores.
La mujer, sorprendida, la miró con asombro. Después observó el ramillete apretado en su manita y sonriéndole le respondió:
-          Claro que si, me gustan las flores.
-          Puede elegir si quiere…
-          -Me gustan los jazmines.
l La  niña se desprendió del ramillete y a cambio recibió un beso.Una fuerte emoción recorrió el cuerpo y alma de la mujer. Recordó que cada primavera su padre le regalaba jazmines, ya hacía más de de veintisiete años que había fallecido. Mientras la lágrima buscó el recuerdo, una sombra de un hombre alto pareció trepar el aire hasta perderse en el cielo. Después de todo el amor, en cualquier tiempo, busca su manera de hacer magia…


domingo, 20 de septiembre de 2015

PÁJARO DE MIL ABISMOS

Y fue
en el último
vestigio
de la tarde
cuando el corazón
agigantó
su latido.
Y fue
el aire
una barca
de poesía
y lamenté
todas las ausencias
los poemas magros
las lenguas mezcladas
los héroes inadvertidos
Y me pregunté
si puede más
la sencillez
que un poema
colgado
del cielo mismo.
Y fue puro
el palpitar
de los versos
desprevenidos…

viernes, 18 de septiembre de 2015

Creencias y destino


Ese lugar cercano al seno de las cosas, ese, que suele ser el centro de gravedad de todos los sentidos, esa pieza poderosa que nos libra de la rutina, esa brizna del alma que nos permite resplandecer o tocar el fondo de los abismos, es el sitio donde resuena la belleza y también la soledad misma. Y es en un instante de humildad serena donde avizoramos lo único perenne que existe, porque mal que nos pese estamos por aquí, un ratito, liberándonos de añejas cadenas mentales que nos impiden plenitudes esenciales; plenitudes que no cotizan en mercado pero que cuando se ausentan nos desequilibran. Por enésima vez me sé acróbata de la existencia con un sol latiendo al son del destino, después de todo creer o no en el alma es cuestión y no, de poesía…

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Prosa al tiempo

En el desorden de la memoria los flashes de las remembranzas. La costilla del tiempo que discurre frenética para contar al oído aquello olvidado, y se pronuncian los verbos que acompañan las risas y también los quebrantos, los ideales y las anécdotas, los rostros y los llantos. Y uno no sabe si el espejo es tan cierto o si el olvido es tan llano, si los hechos se han ido o si son cosas de magia. Y aparece en los sueños la pupila de un día, la llama en el alma, las palabras no dichas, los silencios encantados y se mezclan los recuerdos cuyas alas no estaban. Tal vez somos pájaros que exhalan nostalgias…

sábado, 12 de septiembre de 2015

– Novissimo


Siempre me habían hablado de los finales abiertos. Esos que sólo sirven para que discutamos hasta la madrugada acerca de las infinitas posibilidades de un final inconcluso. 
A mi compañero de acrobacias le encanta ser un tipo que está a la vanguardia. Me propuso un final abierto, segundos antes de partir de la rampa acrobática. La hamaca llegó hasta mí. Miré hacia abajo y unos seis metros me separaban del piso. La red no estuvo a la vista como en funciones anteriores. Yo también soy de vanguardia, pero los finales me gustan precisos- así fue Inspector- como sin pensarlo dos veces, ligué sus manos con el vacío. La supervivencia es la nueva moda…

domingo, 6 de septiembre de 2015

Espiral de juventud


Lleva entre sus ropas la seña de una edad temprana, discurre entre letras con la llama de la palabra, tiñe y destiñe con agudo entusiasmo. Es el reflejo de otras señas consumadas, es la victoria de ella y la propia revancha.
Cuando las voces jóvenes acompasan este mundo con su pluma y su audacia me recuerdo alguna vez primaveral y sonrío a la distancia. 
El tiempo es un quebranto y un zurcir de recuerdos de todo tipo, incluso cándidos.

martes, 1 de septiembre de 2015

EL VIAJE

La carretera parece vacía. Voy camino hacia donde la belleza no se ha extinguido, eso me prometió la agencia de viajes. No me gustó demasiado la idea de tener que ir sola, pero era la condición sine qua non. El seno de la belleza lo vale, me dijo con rostro convincente el tipo que me vendió el viaje. Yo he visto otras cosas, anduve por rutas donde la indiferencia era moneda corriente, o donde la crueldad solía tocar el timbre del barrio. Eufemismo puro, la verdad, vengo de un siglo donde a nadie le importa el otro, un mundo donde el señor dinero mata cualquier posibilidad de un limbo, paraíso o belleza. 
El agente de viajes, me recalcó una y otra vez: escucha Ana irás al vientre de la belleza. Eso si, sólo tiene pasaje de ida; pero luego puedes invitar a tus seres queridos para que hagan el mismo viaje. En mi mente de pequeñeces poéticas creí que el viaje era camino al Parnaso, o algo asi. Pero, cuando fui a la segunda reunión pre viaje, me di cuenta que no era ese el lugar adonde iría. La secretaria de la agencia, ante mi inusitada pregunta:
— ¿Las musas se dejarán ver? carraspeó y le pegó un codazo al jefe. 
—Ana, es un camino a la belleza, pero necesitamos de su fe. O sea, si le damos más detalles, perderá la gracia de realizar tamaña empresa—respondió el tipo.
No soy mujer que le tema a los abismos, la curiosidad es mi desayuno diario. Asi que, me dije a mi misma: vas o vas. Lo extraño es que no me pidieron carnet de conducir.
Estuve el día fijado a la hora señalada en el cruce de la ruta 22 y la 22. Luego, todo fue azulado,lírico, cadencioso, primigenio, ancestralmente amoroso. Todo pasa y todo queda, decía mi abuela.
Ahora estoy en la sala de espera. El médico me hace pasar al consultorio. Ya cómodamente sentados, él comenzó con la rutina de preguntas.
—¿ Qué recuerda usted del pasado? preguntó inquieto el médico.
—¿Doctor, a usted le interesa lo bello de la vida?
—En realidad mi profesión es otra…
— Okey, no le interesa…
—Quiero saber si usted recuerda cómo ha sido su juventud, debo asentarlo en el parte diario.
Lo miré con cierto aire lastimoso. El médico, a toda prisa, tildaba distintos ítems en la extensa planilla. Luego, sin siquiera alzar la cabeza largó su rollo.
——Escúcheme señora, usted sufre de amnesia parcial, dijo él con cierto aire arrogante, y no le veo ánimo de hacer algo al respecto.
—Ajá. Yo no recuerdo demasiado, pero creo que usted tampoco —respondí con soltura. Yo olvidé algunas cosas, y usted olvidó otras Doctor. El tipo me miró sorprendido. Asi que seguí avanzando y pregunté.
——¿Cuánto tiempo hace que no ve un amanecer? ¿Cuánto tiempo hace que no danza bajo la lluvia? ¿Cuánto tiempo hace que no ríe hasta mearse encima? ¿Cuándo fue la última vez que se sintió desfallecer dentro del alma de una mujer?¿Cuanto hace que no duerme como un bebé?
El médico, un tanto perturbado, se levantó de la silla. Un amplio espejo dejó ver su silueta recortada sobre la pared gris. Retomenos dijo en voz alta.
—¿Cuál es su ocupación?
—¿Ahora? soy Agente de viajes.
—Se la ve radiante. ¿Trabaja para alguna empresa?
—Por supuesto Doctor, trabajo en la Psiquis Company.
—Y dígame, entre nosotros, usted cree que aunque sea para el 2030 me podrá hacer algún lugarcito en los nuevos viajes. Tengo algunas cosas pendientes de mi juventud que no me dejan en paz…