lunes, 4 de julio de 2016

Idea crónica


Atravesaba una idea crónica, es decir, como las enfermedades que de tanto perdurar en el tiempo se convierten en parte de uno mismo, y uno convive con la falla sin siquiera percibirlo. Una idea que se colaba a repetición entre los intersticios de las rutinas. Esto de permitirle a la idea apoderarse de uno mismo no es poca cosa. No sabía en verdad si yo era la idea de mi misma o si yo misma era la dueña de una loca idea. De pronto cerré los ojos y respiré el tiempo, y un poema de Ungaretti y otro de Girondo, y hasta uno de Jaimes Freyres se instaló en mi pecho con la anuencia de Galeano o de Benedetti, y entonces recordé a las musas y Safo y Sor Juana que de puntillas, dijeron presente. Y fui por la orilla del propio oleaje y me topé con Alfonsina y otras voces que ya no recuerdo..
Atravesaba una idea crónica: leer para olvidar, de lo contrario sería una página de otros ecos; pero nadie escapa a su forma y contenido y fue así , sin querer, que habité otros tiempos y fluí sin remedio por esta repetida costumbre de mirar la vida con la fragilidad de una hoja que cruje, y vuela, y muere, y renace y se despeña como una cuestión insalvable del otoño poético. Y me quedé pensando, frente al espejo, cuánto duraría esta desmemoria y cuánto estos recuerdos para mimetizarme con otras formas que ni yo misma comprendo, pero que hacen de lo genuino mi blando canto entre sierras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario