jueves, 24 de noviembre de 2016

Vanguardiando


Siempre pienso en la benevolencia del mundo, aún a sabiendas de que el mundo no lo es, tal vez es una forma inocente de la supervivencia. Estaba en ese estéril pensamiento cuando tocaron a la puerta de mi blog. Digamos que un sitio que me pertenece porque ahí es donde comparto lo que escribo.
Escribir relatos en estos tiempos y ser leído es algo así como lanzar al espacio un bumerán y esperar su retorno en brazos de lo remoto.
Quizá el mejor encuentro de la pluma sea con cientos de anónimos sin rostro.
Este nuevo seguidor tenía en su página tres fotos, en todas ellas con cara y actitud corporal de ganador. Parecía un actor de películas o un presidente de no sé qué cosa, o empresa u organización o lo que sea.
Me dije, si este buen hombre me lee será porque no tiene mucho para hacer más que divagar por blogs de ignotas plumas. Ya sé , tal vez el tiempo libre es su materia adeudada y está coronando su vejez de un modo simple y entretenido ampliando aún más su porte mundano y vencedor.
Yo soy una eterna ganadora de mi misma, razón por la cual sigo firme en mi propósito de ser leída por un puñado que según las estadísticas del blog serían de varios países. No me creo mucho esa historia pero tampoco dejo de creerla como un modo de estimular mis dedos en el teclado de la pc.
El señor en cuestión, el seguidor de mis escritos, apoyado en un auto de lujo , cosechaba “me gusta”.
A veces me siento a contramano del oleaje, no me gusta likear o gustear apariencias.
Pasados un par de días el tipo en cuestión envió a mi correo una propuesta editorial. ¡Albricias, me dije, hay alguien a quien le interesa mi pluma! Apresurada leí los primeros párrafos en donde elogiaba mi estilo, un tanto raro me sonó la frase que decía: “ estilo vanguardista”, también me dejó estupefacta el párrafo que hablaba de la llegada de su editorial a millones de hispano parlantes y que podría estar en sus catálogos de venta al lado de no sé bien quienes pero, por por la forma en que los subrayaba con letra negrita supuse que serían unos escritores importantes. La mejor parte de todo era que a medida que iba leyendo comencé a reir, tanto y más al punto de nublárseme la vista. Confieso que siempre he creído que las palabras dichas desde el corazón son valiosas, y que los relatos breves con finales insospechados me gustan, de ahí a creer que cada palabra mía valiese esa sideral suma, era ya un despropósito. No obstante ello, le respondi escuetamente y con premura:
“Sr Jason Bell
Me dirijo a ud para agradecerle la compra de la Antología en donde estaré con numerosos autores de renombre. Tal como me ha expresado, una página completa ronda alrededor de los 300 dólares, me parece una suma correcta.
A la espera de vuestra confirmación enviaré el microrelato.
De más está aclarar que nunca me respondió. Es así este benévolo mundo, depende desde cual vereda se mire, vale o no vale la misma cosa... Al menos me salvé de que en sucesivas oportunidades me propusiese publicarme un poema por la módica suma de cien dólares.
Dijese mi abuela: en este mundo traidor nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira.
Al menos, entrelíneas, me sentí una ganadora de mis sueños de gaviota enletrada. Ya sé qué la palabra “enletrada” no existe, pero por un segundo la invento para vanguardiar…

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