miércoles, 24 de diciembre de 2014

Bronce



Vistió sus ropas más estrafalarias para sacar a relucir su narcisismo crónico por las calles de una ciudad mojigata, aburrida hasta el hartazgo; una ciudad en blanco y negro, cuadriculada como un damero. Y él, sintiéndose la reina, la jaqueadora mordaz de ese tablero, descubre un poema insolente; un poema, que es un cachetazo en la mejilla de una sociedad de cartón. Lo memoriza, lo recita, lo gasta. Lo corroe, lo acaricia, lo deambula, lo desgaja. Es sólo un poema, un gajo de pureza lanzado al viento; una esperanza y la nada misma con aroma a futuro. Un poema es y no es su autor, es y no es su alma, es y no es un sentir, es y no es un consenso. Buscó lejos, buscó en el tiempo, quería hallar el padre o madre del cachetazo. Tras mucho buscar la halló en un bronce: alguien más se había enamorado de la huella.

 - Claudia Isabel Lonfat y Ana Caliyuri

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