martes, 13 de mayo de 2014

Nadie tiene la justa

Nadie tiene la justa: ni el hierro templado de un guerrero, ni la mano sedosa del hada, ni la aurora de un viejo sabio, ni la voz más devastada. Ni ésta, mi voz de mar, ni la lluvia prosaica entre mis letras,ni el aroma a manantial nacido de la raíz del alma; ni siquiera el bullicio que siembra notas de encanto y deviene en sueño casi mágico. Sentí al viento romper castillos en la mente, y tampoco él tuvo la justa al momento de traer claridades. Tampoco el carpe diem tiene la justa al momento de emigrar cual golondrina de todos los tiempos en todos los aires. Ni las arcas repletas de envanecidos tienen la justa acerca de la faz más o menos heroica, más o menos teológica, más o menos humana. Después de todo, no hay retórica ni dialéctica magistral que incline la balanza, pues desde siempre el ovillo devana sus hilos alrededor del eje de lo que más amamos.

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