P´sotuma amaba la boca, como topos de
encuentro entre diversos niveles de ser, material, espiritual o entre especies
diversas. Consume pero también permite el habla, transforma el simple sonido en
una palabra que atraviesa la dura corteza de los mundos y enloquece con su
melodía a los oyentes más allá de las estrellas. La boca que mastica, que
lambe, que se alimenta, reúne, también regurgita, escupe, vomita, desata
guerras y tormentas. Pero la boca de esta especie expelía fuego, su único
lenguaje. Quien diera testimonio de su destreza fue la retórica del agua a
través de las fauces marítimas. Fue así como apagándose y avivándose,
convocaron al aire como mediador para dirimir la infinita esgrima. El aire,
distraído, falló a favor de la tierra. Son las cuatro fases de la materia, dijo
el profesor.
–¿Y el humano? —preguntó el alumno.
–Es un dragón domesticado, respondió, mientras se encendía cual volcán…
–¿Y el humano? —preguntó el alumno.
–Es un dragón domesticado, respondió, mientras se encendía cual volcán…
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