martes, 1 de septiembre de 2015

EL VIAJE

La carretera parece vacía. Voy camino hacia donde la belleza no se ha extinguido, eso me prometió la agencia de viajes. No me gustó demasiado la idea de tener que ir sola, pero era la condición sine qua non. El seno de la belleza lo vale, me dijo con rostro convincente el tipo que me vendió el viaje. Yo he visto otras cosas, anduve por rutas donde la indiferencia era moneda corriente, o donde la crueldad solía tocar el timbre del barrio. Eufemismo puro, la verdad, vengo de un siglo donde a nadie le importa el otro, un mundo donde el señor dinero mata cualquier posibilidad de un limbo, paraíso o belleza. 
El agente de viajes, me recalcó una y otra vez: escucha Ana irás al vientre de la belleza. Eso si, sólo tiene pasaje de ida; pero luego puedes invitar a tus seres queridos para que hagan el mismo viaje. En mi mente de pequeñeces poéticas creí que el viaje era camino al Parnaso, o algo asi. Pero, cuando fui a la segunda reunión pre viaje, me di cuenta que no era ese el lugar adonde iría. La secretaria de la agencia, ante mi inusitada pregunta:
— ¿Las musas se dejarán ver? carraspeó y le pegó un codazo al jefe. 
—Ana, es un camino a la belleza, pero necesitamos de su fe. O sea, si le damos más detalles, perderá la gracia de realizar tamaña empresa—respondió el tipo.
No soy mujer que le tema a los abismos, la curiosidad es mi desayuno diario. Asi que, me dije a mi misma: vas o vas. Lo extraño es que no me pidieron carnet de conducir.
Estuve el día fijado a la hora señalada en el cruce de la ruta 22 y la 22. Luego, todo fue azulado,lírico, cadencioso, primigenio, ancestralmente amoroso. Todo pasa y todo queda, decía mi abuela.
Ahora estoy en la sala de espera. El médico me hace pasar al consultorio. Ya cómodamente sentados, él comenzó con la rutina de preguntas.
—¿ Qué recuerda usted del pasado? preguntó inquieto el médico.
—¿Doctor, a usted le interesa lo bello de la vida?
—En realidad mi profesión es otra…
— Okey, no le interesa…
—Quiero saber si usted recuerda cómo ha sido su juventud, debo asentarlo en el parte diario.
Lo miré con cierto aire lastimoso. El médico, a toda prisa, tildaba distintos ítems en la extensa planilla. Luego, sin siquiera alzar la cabeza largó su rollo.
——Escúcheme señora, usted sufre de amnesia parcial, dijo él con cierto aire arrogante, y no le veo ánimo de hacer algo al respecto.
—Ajá. Yo no recuerdo demasiado, pero creo que usted tampoco —respondí con soltura. Yo olvidé algunas cosas, y usted olvidó otras Doctor. El tipo me miró sorprendido. Asi que seguí avanzando y pregunté.
——¿Cuánto tiempo hace que no ve un amanecer? ¿Cuánto tiempo hace que no danza bajo la lluvia? ¿Cuánto tiempo hace que no ríe hasta mearse encima? ¿Cuándo fue la última vez que se sintió desfallecer dentro del alma de una mujer?¿Cuanto hace que no duerme como un bebé?
El médico, un tanto perturbado, se levantó de la silla. Un amplio espejo dejó ver su silueta recortada sobre la pared gris. Retomenos dijo en voz alta.
—¿Cuál es su ocupación?
—¿Ahora? soy Agente de viajes.
—Se la ve radiante. ¿Trabaja para alguna empresa?
—Por supuesto Doctor, trabajo en la Psiquis Company.
—Y dígame, entre nosotros, usted cree que aunque sea para el 2030 me podrá hacer algún lugarcito en los nuevos viajes. Tengo algunas cosas pendientes de mi juventud que no me dejan en paz…

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