domingo, 11 de octubre de 2015

Acto fallido textual


No hay nada más fallido que un texto inconcluso, ni nada más estancado que un texto sin destino. Busco y rebusco en los viejos archivos, todos con el mismo título, y en verdad pareciese que nada definitivamente está inconcluso. Es uno mismo diagramando la vida en palabras. Como si fuesemos puntos suspensivos, un collar con cuentas aún ignoradas, un eslabón abierto a la espera de quien sabe que misterio, criaturas indómitas o domesticadas. Tal vez por alguna razón más allá de la hibridez, algunos textos no finalizan y nos revolvemos en sí mismos una y otra vez hasta retomarlos. Son textos fugaces o en fuga. O nos fugan de la realidad o nos fugamos sin remedio hacia esos cielos de palabras que pujan historias, ideas, sentires, poemas y enésimos etcéteras. Busqué en los archivos de la memoria inmediata; hallé un rompecabezas o dos o tres, todos ellos apegados a mi alma y siendo sombras de mi cuerpo. Sigilosa…mente, mente que sin estruendo ninguno, se debate con lo inconcluso en el herbario de los sueños que titilan su luz de vez en cuando.

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