sábado, 27 de agosto de 2016

Mundos paralelos


Me gustan los espejos, será que en ellos, uno puede ver el alma desnuda; claro que para eso hay que creer primero en la existencia de ella ( del alma). En el terreno de las suposiciones, existe, algunos le llaman esencia, otros espíritu, o quizá el mundo de las emociones.
Es todo un dilema pensar que en el espejo uno puede ver las emociones, apenas se pueden ver en los gestos en detalle y a mí se me ocurre creer que es posible ver el universo interior . En realidad lo creo posible después de constatarlo de modo inefable. Tiene algo de absurdo tamaña constatación, pero quién escaparía del absurdo en un mundo que se jacta de usar máscaras para expresar sus más recónditos sentires. Y hete aquí que los sitios virtuales son un buen pasto para la hambruna mundana.
La foto de perfil de Caty, tomada de lejos, dejaba entrever a una mujer deportista o por lo menos de las que les gusta correr. El resto de su información pasaba por el cuidado de los animales, algún perro perdido, una buena oración a Dios , alguna canción de moda , pinturas famosas sin nombre de autor, proverbios y frases conmovedoras. Casi normal , como todo lo que sucede en la acera misma, hasta aquel día en que cientos y miles de mensajes llegaron a su página con sentidas muestras de pena. Las ventajas de ser buena deportista, las condecoraciones y premios a la amistad fueron a parar a un callejón sin salida: Caty había muerto. Todos decían que su enamorado , Humberto,al que jamás había visto en persona ,murió con ella. El hombre se desafectó de todos los sitios virtuales y se hizo humo.
Hubiese sentido un poco de tristeza, mi alma ama la vida, pero no me salió ni una mísera lágrima. Mi autocrítica es no haberlo dicho antes, pero Caty estaba haciendo de las suyas en una nueva página virtual: allí se la veía con la misma foto, corredora ella, pero esta vez, milagrosa. Resucitar en los mundos virtuales, para las almas en duda, es cosa de todos los días: morir aquí para renacer por allá. Todo hubiese sido de lo más común, la mentira está a la orden del día, pero esa tarde que fui de visita al geriátrico para ver a una amiga me impactó reconocer a Caty con la vieja fotografía que usaba de perfil entre sus manos. Me aproximé a ella para verla de cerca. La mujer, temblorosa, también me reconoció.
- Hola Robert, no le digas a nadie que me reconociste, menos que menos a Humberto que lo tenemos de amigo en común. La verdad es que todo se fue de las manos, el me quería conocer y yo no sabía cómo explicarle que estoy en silla de ruedas, que no tengo cuarenta años y que además estoy con problemas de salud. Decidí morir para no explicar.
Salí un poco ahogado de allí, la verdad no me dio la cara para decirle que yo usaba dos perfiles distintos, uno con mi foto y otro con la foto de mi hermano Humberto. Él siempre había sido más apuesto que yo y un verdadero ganador.
Tal vez mañana, volvería al mundo de internet con un poco de aire extra a alguna página de artistas para colocar nuevamente la foto de mi hermano. Me dejaría enamorar o enamoraría de mentira a quien se me cruzase.
Cada uno y cada cual resucita a sus muertos y a su alma como puede…

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