sábado, 1 de septiembre de 2018

Comparto un fragmento de un cuento largo que está por salir del horno..

Comparto un fragmento de un cuento largo que está por salir del horno...
El usurpador
Me quedé inmóvil. Sentí el martilleo continuo de mis pulsaciones dentro del pecho como si un taladro perforase incansable una piedra. Abrí la boca buscando un poco de aire. Me concentré en la pequeña ventana que daba a la calle, más precisamente al ras de la vereda. Tenía una reja que impedía el acceso o salida de una persona, pero por suerte entraba viento fresco por los vidrios rotos.
La oscuridad llenó mi alma, tenía deseos de gritar, pero no se puede gritar sin hacer ruido. Tapé mi boca con ambas manos al tiempo que mis ojos quisieron hablar con lágrimas. No me podía permitir el error de llorar, no al menos en ese instante. Nadie es indispensable, ni siquiera yo misma, pero llorar no era algo que yo hiciese regularmente por lo cual fue fácil contenerme.
Una presunta identidad no nos hace más o menos visibles, aunque creo que me descubrieron. Si me encuentran me harán preguntas. Ellos no tienen nada que perder, yo sí.
La única luz que ilumina el sótano es la del farol de la calle. Un foco amarillo como la hiel, así de agrio es también este instante. El chillido del viento colándose por los agujeros de la ventana me inquieta. No le tengo miedo a los temporales, si le temo al otro lado de las cosas. Las dos caras de una moneda, la eternidad y el instante, la negrura o el mito de la caverna de Platón, la noche y el día, y enésimos etcéteras que transcurren sin hacer demasiado ostentación de su existir.
En verdad, siempre me gustó consumirme en la llama de lo que no sé, es una forma de florecer sin cargas en la espalda. Cuánto más sabemos más ignoramos y he ahí el drama de la existencia humana, saberse un vaso imposible de colmar.
Así lo decía Marcius Kong, mi vecino de departamento cada vez que tenía ocasión de filosofar.
........................................................

No hay comentarios:

Publicar un comentario