Era sábado y estábamos listos para el concierto que
brindarían los alumnos del conservatorio de música, aunque en realidad la mayor
atracción sería Joan: un niño ajeno a la escuela pero, cuyas dotes para la
interpretación de los grandes clásicos era sorprendente, razón por la cual cada
año al finalizar el ciclo lectivo era invitado. Donde había aprendido Joan, era
uno de los tantos misterios a develar.
Este era el quinto año consecutivo al que yo asistiría,
debo confesar que el motivo era escucharlo en el piano. Ya soy vetusta y
solo asisto a los sucesos que me gratifican el alma.
Joan me
embelesaba a tal punto con sus interpretaciones que muchas veces me encontré
llorando sin más motivo que la emoción misma. Como si entre el piano, las
notas, sus dedos y su alma estuviese la armonía capaz de conmover las fibras de
mi corazón. Hasta llegué a creer que mis lágrimas no eran saladas cuando salían
a borbotones; llegué a creer que las lágrimas se vestían de un dulzor tibio, quizá por la dulzura emanada por Joan cuando
vibraba su cuerpo y su alma en el mismo instante en que las notas comenzaban a sonar.
Entre su esencia y las composiciones un universo desconocido se hacía presente. El muchacho o joven niño echaba la cabeza hacia atrás y hacia adelante con movimientos repetitivos, los ojos permanecían cerrados y sus manos huesudas simulaban ser alas.
Entre su esencia y las composiciones un universo desconocido se hacía presente. El muchacho o joven niño echaba la cabeza hacia atrás y hacia adelante con movimientos repetitivos, los ojos permanecían cerrados y sus manos huesudas simulaban ser alas.
Me gratificaba a tal punto que muchas veces por
pudor escondía mi llanto tras algún pañuelo
y otras veces se tornaba indisimulable el quiebre de mi ser ante la belleza que
nos brindaba. Bach era su
favorito, también para mi. Luego,una vez finalizada su rutina, todos aplaudían con fervor, y Joan, sin mirarnos
siquiera se retiraba de la mano de su profesor.
Dicen que él es autista, yo creo que él se conecta diferente con los mundos puros, y nosotros tan humanos y tan contaminados solo queremos encerrarlo en la caja que nos han enseñado.
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